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No puedo afirmarlo con certeza, pero debe hacer unos veinticinco años que el pequeño planorbis acompaña a mis peces, han coexistido durante innumerables generaciones. Se introdujo en mi cuarto de peces como pasajero indeseado en alguna planta que adquirí o por una puesta de huevos que resistió el lavado y desinfección de rutina. En aquel entonces, estos caracolitos recién llegados mostraban cuerpo marrón oscuro y esqueleto casi negro.
Nunca me tomé la molestia de erradicarlos definitivamente de mis peceras. Mantuve controlada la plaga por el simple procedimiento de extraer manualmente los ejemplares más grandes. Transcurrieron años antes de que captaran mi atención. Estoy habituada a detectar cualquier cambio en mis peces, por ínfimo que éste sea. Una alteración brusca o mutación puede ser un regalo inesperado, pero variaciones sutiles en patrones de forma o color conllevan a veces un lento y laborioso trabajo de selecciòn. Reflejos rojizos en el cuerpo marrón oscuro de algunos de mis planorbis lograron mi indulgencia. Los conservé y de ahí en más pasé a seleccionar caracol por caracol, generaciòn tras generaciòn, hasta llegar al rojo intenso que lucen actualmente.
La familia es Planorbidae pero la especie a la que pertenecen está todavía por definirse. Los integrantes de esta familia son caracoles de agua dulce muy pequeños, un ejemplar adulto de los que pueblan mis peceras puede llegar a medir 2 cms. de diámetro. Son hermafroditas y construyen enormes poblaciones rápidamente. Las puestas no son muy numerosas pero sí muy frecuentes y tienen el aspecto de pequeñas masas gelatinosas que sujetan en cualquier lugar que les plazca y siempre debajo de la superficie del agua: en los vidrios, piedras, plantas o sobre el esqueleto de algún congénere tal como se aprecia en uno de los dos ejemplares de la foto.
 
Son omnívoros, consumen cuanta materia orgánica encuentran y ese hábito alimenticio los hace excelentes exterminadores de residuos. No dañan las plantas y al ser de talla pequeña pueden mantenerse en acuarios con alevines donde no se pueden utilizar filtros. A temperaturas menores de l4C o 15C se aletargan y no prosperan. Requieren un pH de 7 o algo más porque su esqueleto tiende a estropearse con más facilidad que el del caracol manzana.
No pude librarme de los planorbis marrones con facilidad. Siempre aparecían caracoles oscuros a pesar de que seleccionaba rigurosamente todos los ejemplares rojos y descartaba los marrones. Finalmente obtuve poblaciones de caracoles rojos sin la más mínima presencia del fenotipo original de color marrón. No hace mucho recabé información navegando por Internet y supe que los planorbis rojos homocigotos son muy apreciados. . No ocurre así con los heterocigotos que cuando se reproducen dan poblaciones mezcladas de rojos y marrones. Como el marrón o negro es dominante y se reproducen con facilidad y rapidez, el resultado a corto plazo es una poblaciòn de planorbis oscuros donde no se ve un solo individuo rojo . Los planorbis rojos uruguayos son homocigotos y con un esqueleto que tiende a ser translúcido. El efecto es muy llamativo, porque cuanto más translúcido es el esqueleto, más rojo parece el caracol todo.
 
Cuando se asustan retraen el cuerpo y en estos ejemplares se ve claramente que el esqueleto es translúcido
El planorbis rojo y el caracol manzana dorado conviven armoniosamente. El gran caracol manzana consume las puestas de huevos del pequeño planorbis rojo y de esta manera ejerce control sobre su reproducción inhibiendo las poblaciones excesivas.
Los caracoles en general, y esto se aplica a las familias Planorbidae y Ampullariidae, son portadores potenciales de parásitos. Al adquirir un caracol, es aconsejable averiguar antes su procedencia y tener así un conocimiento seguro acerca de su sanidad. El planorbis rojo uruguayo no es tan interesante ni tan espectacular como el manzana pero rescato su utilidad, su intenso color rojo y la simpatía que me provoca.
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