La crianza de peces es una tentación irresistible para muchos de los que se acercan a nuestro hobby. Y por supuesto que en sus inicios como criadores casi siempre tienden sus redes hacia los ovovivíparos, comúnmente conocidos como vivíparos, según el decir equivocado. Generalmente apuntan al trío popular que integran lebistes, espadas y platies. Tan fácil es su reproducción que está al alcance de un niño. Aspecto éste que encuentra su reverso en la cría selectiva.
Es fundamental que en sus inicios como criador, el acuarista aprenda cómo mantener o mejorar la calidad de los peces que eligió para reproducir. Hago esta puntualización porque es cosa común que, ante una nueva adquisición, el criador novel se pregunte:¿con qué lo cruzo? Los cruzamientos indiscriminados, unidos a la falta de experiencia y del espacio físico necesario para un buen seguimiento de la descendencia, son factores que conducen a la frustración y al desinterés. Es importante reiterar que se necesita mucho tiempo, a veces años de paciencia y experimentación antes de lograr fijar una nueva variedad.
Existen incontables y ya bien establecidas variedades, o tipos, o razas, en forma y color para especializarse. Comparado con la complejidad genética del lebistes, el espada es un pez noble y alentador. Si tenemos la suerte de encontrar ejemplares de pura raza, entonces probemos suerte con un trío. Pero como lo más probable es que los peces que vamos a adquirir sean de ascendencia desconocida, lo más conveniente es elegir solamente un macho y una hembra con características externas muy similares. Es aconsejable que una zona del acuario destinado para reproducirlos tenga una buena población de plantas, de manera que la hembra pueda refugiarse si el acoso del macho es excesivo.
Este par constituido por un macho y una hembra forma la generación parental. La hembra ya viene fecundada por un macho de variedad desconocida, - y no elegido como reproductor-, por lo que la primera parición debería ser descartada. Como las hembras espadas tienen la habilidad de almacenar esperma, la paternidad del macho -que adquirimos y elegimos como reproductor- se haría evidente recién en todos o en un porcentaje variable de los alevines de la segunda parición. De esta segunda parición, o F1, o primera generación, se van a seleccionar los ejemplares que muestren mayor parecido con los padres.
Hembra de la generación parental |
Estas dos hembras de la F1, hermanas entre sí, presentam visibles
diferencias en forma y color. |
Una acertada elección de reproductores puede ser decisiva para el éxito de esta primera experiencia. Como ejemplo válido, una variedad roja y de aletas normales puede criarse pura sin demasiadas complicaciones. Las variaciones del color blanco, cola de lira y dorsal velífera o Simpson - por nombrar algo de lo que podemos encontrar en nuestro mercado- , no serían adecuadas para una primera experiencia porque presentan un desafío mayor.
Como el par de espadas que adquirimos y que constituye la generación parental, es de pedigree desconocido, tenemos que establecer si son de línea pura. Si en sucesivas generaciones los descendientes de esta generación parental muestran características idénticas en cuanto a tamaño, forma y color de cuerpo y de aletas, entonces podemos asumir que el par que adquirimos es de línea pura u homocigoto. Si por el contrario un porcentaje variable de los descendientes difieren en sus características externas, estaríamos entonces frente a animales mezclados genéticamente o heterocigotos.
Trabajar con hembras vírgenes ahorra tiempo, de manera que en esta primera selección de la F1, hay que separar los futuros machos de las hembras. El momento justo es cuando la aleta anal comienza a engrosar y ya no se muestra bien desplegada como en las hembras.
A esta altura es necesario hacer referencia a la importancia de la observación y consiguientes anotaciones durante el transcurso de todo este proceso. El llevar registros, comenzando con la generación parental, no es una sofisticación innecesaria. Es extremadamente útil y ningún detalle, por ínfimo que parezca, puede ser excesivo. Con respecto a la generación parental, hay que describir color, tamaño de cuerpo, longitud de la espada en el macho, la procedencia si es conocida, cantidad y características de los alevines de la F1, tiempo de gestación, estado sanitario, vigor, etc. Y toda observación o comentario que nos parezca pertinente en una futura evaluación de los descendientes. El mismo método se aplica a todas las etapas siguientes.
Una vez separados los futuros machos de las hembras, vendría a continuación la selección según color. Por ejemplo, si elegimos especializarnos en el rojo, entonces descartamos todos los peces que muestren coloración salvaje, o con manchas, o que difieran del rojo homogéneo de los padres.
Si disponemos de acuarios suficientes, el siguiente paso sería cruzar la mejor hija con el padre y el mejor hijo con la madre. Inmediatamente después de alumbrar la F1 o primera generación, la hembra madre debe ser mantenida apartada del macho padre y quedar en reserva esperando la maduración sexual de su mejor hijo que va a fecundarla oportunamente. La retrocruza de la hija con el padre y el hijo con la madre se utiliza para aumentar el porcentaje de descendientes con la característica o características deseadas, en este caso un excelente color rojo.
Si el acuario inicial que alberga a la generación parental es de buenas proporciones, entonces con la utilización de separadores de vidrio o cualquier otro material idóneo, se pueden construir divisiones que multipliquen el espacio destinado a o a las retrocruzas y consiguiente descendencia. Como en general el criador novel no dispone de demasiadas comodidades, vamos a tomar como sugerencia y ejemplo a seguir solamente la retrocruza de la mejor hija virgen con el padre. La madre de la generación parental será mantenida apartada y en reserva para asegurar una nueva F1, en caso de que la hija seleccionada sufra algún inconveniente.
La mejor hembra de la F1 fecundada por el macho espada de la generación parental va a alumbrar descendientes directos. A su debido tiempo, de estos descendientes directos se seleccionarán los dos mejores machos y las dos mejores hembras. Estos dos pares constituirán dos líneas que podemos distinguir con las letras A y B y que se criarán por separado.
De la primera generación que alumbre el par de la línea A se seleccionan el mejor macho y la mejor hembra. A continuación se repite el mismo procedimiento generación tras generación. Entrecruzamos un par de hermanos de cada parición y no descartamos a la generación anterior hasta no tener bien establecida la siguiente. Es una forma de asegurarnos frente a un posible accidente y no perder todo lo que ya habíamos logrado. Idéntico método se utiliza con la línea B.
El propósito de cruzar hermanos con hermanas es reducir variaciones en la cría, en este caso, llegar en una primera instancia a una excelente coloración roja.
Hasta ahora se tomó en cuenta la selección de una única característica: el color. La explicación surge de la experiencia. Si la generación parental es de procedencia desconocida y posiblemente fruto de crianza masiva o a granel, no siempre el color, tamaño, forma, vigor y demás características deseables vienen reunidas en un mismo ejemplar. Por ejemplo: un macho de color intenso pero demasiado pequeño o un macho de gran tamaño con una excelente extensión de la aleta caudal, pero con coloración mediocre.
El llevar dos líneas paralelas, A y B, presenta más de una ventaja. En la A podemos seleccionar enfocados en el color y en la B seleccionamos el mejor color posible, pero enfocados en el tamaño. Después de varias generaciones se entrecruzan ejemplares de las líneas A y B. El resultado será un aumento o refuerzo del vigor y la fertilidad y obtendremos algunos ejemplares que muestren reunidas las características de las dos líneas. Espadas de excelente color y tamaño y un banco genético intacto.
En esta etapa del proceso continuamos manteniendo la dos líneas A y B, pero ya no con un par de reproductores por línea, sino cada una con la mayor cantidad posible de ejemplares.
Que quede claro que hay diferentes métodos de crianza, combinaciones, recombinaciones y variaciones, según imaginación y experiencia. Lo que antecede está pensado para que el criador que hace sus primeras armas comience a acumular conocimiento y práctica con un mínimo de acuarios. Ante dudas o imprevistos en el camino, lo usual es compartir con acuaristas amigos o buscar el consejo de un criador experimentado.
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